El
optimismo
Fuente:
Lecciones preliminares de filosofía, autor Manuel García Morente, Porrúa, “sepan
Cuantos”
Así
termina la metafísica de Leibniz en una aproximación a la teodicea, al
optimismo. Para Leibniz el mundo creado por Dios, el universo de las mónadas es
el mejor, el mas perfecto de los mundos posibles. Si nos ponemos a escogitar,
desde el punto de vista de la lógica pura, encontramos que había un gran número,
un número infinito de mundos posibles; pero Dios ha creado el mejor de entre
ellos. Este principio de lo mejor se dice en latín optimismus, porque Optimus
es lo mejor; y la teoría leibniziana de que este mundo creado por Dios es el
mejor de los mundos posibles, es el optimismo.
Pero esta
tesis del optimismo tropieza con graves dificultades: las dificultades
inherentes al mal que existe en el mundo. ¿Cómo puede decirse que este mundo en
el mejor de los mundos posibles, cuando a cada momento vemos a los hombres
asesinarse brutalmente unos con otros; vemos a los hombres morirse en pena, de
asco; vemos la infelicidad, el dolor, el llanto reinar en el mundo? Pues ¡vaya
un mundo el mejor posible ¡Y entonces, en quinientas páginas de un libro que se
llama Teodicea, o justificación de Dios, Leibniz se esfuerza por mostrar que en
efecto hay un mal en el mundo, pero que ese mal es un mal necesario! O sea que
dentro de la concepción y definición del mejor mundo posible esta el que haya
mal. Cualquiera otro mundo, que no fuere este, tendría mas mal que éste; porque
es forzoso que en cualquier mundo haya mal, y éste es el mundo en donde hay
menos mal. No puede haber mundo sin mal, por tres razones: que el mal
metafísico procede de que el mundo es limitado, finito, es finito y n o puede
por menos de serlo; fenoménica, en la realidad de nuestra vida intuitiva, en
material, y la materia trae consigo la privación, el defecto, el mal; y, por
otra parte, el mal moral tiene que existir también, porque es condición del bien
moral. El bien moral no es sino la victoria de la voluntad moral robusta sobre
la tentación y el mal. Bien, en lo moral, no significa más que triunfo sobre el
mal, y para que haya bien es menester que haya mal; y, por consiguiente, el mas
es la base necesaria, el fondo oscuro del cuadro, absolutamente indispensable
para que sobre él se destaquen los bienes. En este mundo el mal existe, por
consiguiente, como condición para el bien, y precisamente por esto éste es el
mejor de los mundos posibles, porque el mal que en él existe, es el mínimum necesario
para un máximo del bien.
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